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No son niños, son filósofos.


Si su hijo se porta “mal” utilice el rincón de pensar. Es un método basado en una técnica conductista llamada “time out” o tiempo fuera. Es una técnica que utiliza básicamente la retirada de atención donde al niño se le retira físicamente del espacio actual para trasladarlo a otro, por un breve espacio de tiempo.
Hágalo de la siguiente manera:
Cuando ocurra una situación conflictiva,  ya sean rabietas, que se esté pegando con otro niño, forcejee con otro por un juguete, no quiera hacer lo que usted le manda… Da igual, no se pregunte por qué está pasando, e inmediatamente, coja a su hijo o hija de la mano y dígale en tono suave: “ahora vas a pensar en lo que hiciste”, llévenle a una sillita y que reflexione……….
PERO, ¿QUÉ VA A REFLEXIONAR?  Un momento, ¡Por favor!
Para que un niño piense lo que ha hecho, primero tiene que saber lo que ha hecho. Y para reflexionar sobre ello tiene que  entender como se ha sentido el otro  y las repercusiones que en el otro ha efectuado. Es decir, tiene que “metarrepresentar”.
La metarrepresentación es un mecanismo cognitivo cuya función principal se centra en la capacidad que tienen los individuos de pensar  o de imaginar el estado mental del otro individuo. Para que esto ocurra se tienen que dar una serie de prerrequisitos que se dan en los primeros años  de vida y que dan lugar al desarrollo de este mecanismo.  Su desarrollo se dará sobre los 5 años.
 Para un niño de dos años o tres años esto tiene el mismo sentido que, yo siendo psicólogo me metiera a un quirófano a operar. Sin duda, sería  contraproducente.
Si castigamos continuamente con estas palabras bonitas, solo conseguimos conductas como las que vivo continuamente; mientras los niños juegan y sucede algo que, según ellos, esta “mal”,  inmediatamente, como si fueran perros de Paulov,  se van solitos  a su “rincón de pensar “y mientras, mecánicamente, tiran besos y piden perdón.
Sí, han leído bien, conductas de manera mecánica.  Resuelven el problema de u modo automático, sin pensar.
No nos engañemos, mandar a un niño pequeño a pensar es castigarle, digan lo que digan. La única diferencia existente  es que decir “rincón de pensar” suena mucho  mejor que decir: “¡Ponte de cara  a la pared!”. Su nombre, ahora, es políticamente más correcto.
Y no olvidemos que castigar, es una manera de actuar basada en el poder y en la amenaza, como, por ejemplo: “si no te acabas la comida, no podrás salir a jugar”.  (Frase intimidatoria y que fomenta el escaqueo, por cierto). No me engañan todos han utilizado esta frase. Aunque no lo reconozcan. Pero, no se preocupen, pasa igual que cuando les gusta la canción de la semana que se escucha en los 40 principales, es “top de ventas”, nadie sabe por qué. La canción es “malísima”, pero todos nos la sabemos.
En fin, que el inventor del “rincón de pensar”, como diría aquel personaje llamado Paco Miranda: “se coronó”.  Este anónimo inventó la cortina de humo de los castigos.
Si seguimos así tendremos una gran generación de pensadores y filósofos. Grecia  y toda Europa nos envidiarán.

                                                                                                          Borja Quicios Abergel
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Ya soy mayor.


Muchos padres viven con la obsesión de que sus hijos ya son mayores. Obsesión impuesta por el sistema educativo de nuestro país y en el que, inevitablemente, todos hemos caído con frases como: “Haz pipí en el inodoro que ya eres mayor”, “¡Qué mayor! Que ya come solito”, “Comparte los juguetes que ya eres mayor”,”no llores que ya eres mayor”.
He de confesarles que me  fastidia.  Escucho con impotencia  estas frases  o enunciados “trampa”.
Enunciados trampa que, a mí parecer,  tienen doble moral. Frases que, si las leemos al revés, esconden mensajes ocultos.
Las 2 primeras frases se refieren a lo que se podría  denominar: “autonomía rápida”. Es decir, que hagan pipí en el inodoro sin darles tiempo a que controlen su propio cuerpo y  a que coman solos pero sin dejarles que se manchen.  En resumen, hacer las cosas por el camino corto
Si no respetamos los tiempos  de los niños conseguimos el efecto contrario, debido a una sobreprotección encubierta que hace que no puedan  descubrir las cosas por sí mismos. ¿Quién de ustedes no ha dejado comer solo a su hijo porque se iba a manchar? Pues mancharse, para ellos, es lo mismo que para usted se le “calara” el coche cuando aprendió a conducir.
Lo de controlar esfínteres es otro tema,  donde el niño debe estar preparado tanto fisiológica como emocionalmente.  (Primera entrada).
Y, todo ello, es porque les queremos enseñar cosas dándoles una única respuesta: ¡Porque sí!
Si yo les pidiera que me prestaran su Rolex para ponérmelo el sábado, que tengo una boda y me he quedado sin pila en el mío. ¿Me lo prestarían? Seguramente no. Y eso que les he dado una razón. ¿Por qué obligan a prestar los juguetes  a sus hijos? …. Porque, ¿Son mayores?
Y del tema de llorar… Ya hablaremos. No es tan malo como todos creemos.
Después de leer  esto, algunos podrán extraer la conclusión de que la culpa la tiene la Sociedad o el sistema educativo, como escribí unas líneas más arriba. Quizá sea así, yo me lo he llegado a creer al principio de este artículo. Pero no olvidemos que todos formamos parte de ella.
Llámenme  “Romántico” cuando pienso que si  entre todos acompañamos a los niños respetando sus tiempos (no los nuestros), podremos evitar que  siga pasándonos como nos decía Enrique Bunbury en una de sus canciones: “de pequeño me enseñaron a ser mayor, de mayor quiero aprender a ser pequeño…”
…. Y algo cambiará.

                                                                                                           Borja Quicios Abergel
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El vínculo de apego


Muchos de vosotros,  al leer  en algún libro sobre psicología o educación, y  al haberos topado con el concepto  de vínculo de apego, os habréis preguntado: ¿Qué es?
Es un vínculo afectivo que conlleva hablar de amor, seguridad, necesidad de contacto, confianza, unión y ¿Dependencia?
Cuando hablo de “dependencia” quiero expresar la necesidad de que haya alguien a tu lado para descubrir  las cosas que nos rodean.  Que sea un acompañante.
Hemos de saber  que si el niño tiene una dependencia absoluta  de la madre, este nunca podrá explorar y siempre se quedaría con la madre.  No hay que caer en la sobreprotección.  Si ocurre esto, el niño no podrá  ir desarrollando la autonomía que se supone. Debe generarse una independencia y para ello, es muy importante el papel mediador de la madre.
La capacidad mediadora de la madre junto con la del padre  serán las que doten de una mayor o menor seguridad emocional  (apego) al hijo, que será indispensable para el buen desarrollo de su personalidad.
La capacidad que los padres tengan de darle las respuestas que  su hijo demanda, determinará  la seguridad  o  la ansiedad en el niño.
 Dotar al niño de esta seguridad emocional  hará que el niño se sienta aceptado y protegido. A partir de aquí el niño explorará con una seguridad que le dará libertad de movimientos. Sin ella, al niño le falta una herramienta básica para manejarse en las relaciones sociales que le acompañarán durante toda su vida.
Más adelante, si las respuestas han sido las correctas, la seguridad y la confianza se apoderan de los niños. Con ello, el niño explorará con tranquilidad
Si, por otro lado, las respuestas que se dan son la aplicación sistemática de castigos crea personalidades temerosas y ansiosas. Hay una creencia  de que el castigo es eficaz como herramienta de control. En todo Occidente, y en nuestro caso España, es una generalidad que  se da a todas horas, minutos y segundos. Pero, lejos de esta realidad, el castigo es un generador de ansiedad, resentimiento y odio.  Con él, privamos al niño de la seguridad emocional de la que estamos hablando.

                                                                                                          Borja Quicios Abergel